El Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional: los verdaderos sustentos de la Globalización económica

Sus orígenes

El BM y el FMI constituyen, junto con los bancos regionales de Desarrollo, las denominadas instituciones financieras multilaterales. Ambas se crearon a la vez, en julio de 1944, en una conferencia internacional convocada por el presidente Roosvelt.

Su objetivo era aprender del pasado, evitando que se volvieran a reproducir los errores de “desgobierno económico” cometidos después de la Primera Guerra Mundial, seguidos por la Gran Depresión y por las políticas de “empobrecimiento del vecino” que tuvieron mucho que ver con el inicio de la Segunda Guerra Mundial.

Los programas de ajuste estructural del BM y el FMI

Como prestadores de recursos financieros, las dos instituciones controlan millones y millones de dólares. El BM, él solo, es el origen del 60% de la financiación oficial multilateral en los países en vía de desarrollo. A principios de los años 80, el FMI aparece como un destacado prestador para los países en desarrollo, es por estas fechas cuando el BM y el FMI lanzan sus programas de ajuste estructural.

Estos programas condicionan la concesión de recursos y el asesoramiento económico a la implantación de medidas de reducción del gasto público, del aumento de las exportaciones, de reducción de las importaciones, privatizaciones o promoción de la inversión extranjera.

Por esta vía, el BM y el FMI han alcanzado una capacidad de influir sobre la política económica y las estrategias de desarrollo de los países del Sur que supera la relevancia de su financiación. Sobre todo si tenemos en cuenta que en la actualidad, la mayoría de los países industrializados exigen el cumplimiento de las condiciones de los programas de ajuste como requisito imprescindible para proporcionar ayudas al desarrollo.

En efecto, los programas de ajuste estructural no sólo han conseguido el efecto esperado en materia de crecimiento económico y reequilibrio en la balanza de pagos, sino que han generado una serie de costes sociales y medioambientales de dramáticas consecuencias para la población más pobre. En los países que han experimentado tasas de crecimiento más altas, raras veces este hecho se ha traducido en una significativa reducción de la pobreza. Todo lo contrario, estos planes de ajuste estructural sólo són un método infalible para augmentar la dependencia de los países del sur respecto a los del norte y poder así aprovechar su pobreza para seguir generando beneficio y manteniendo, al fin y al cabo, el sistema económico actual.