Madrastras, padrastros, hijastros, hermanastros e incluso, si nos lo permitís, abuelastros. Este es el mundo de los –astros que más se conoce hoy en día. Familias que se separan y se vuelven a casar creando una nueva familia. Más que nueva sería ‘reciclada’, ya que todos los miembros que forman la nueva agrupación familiar son elementos residuales de familias descompuestas.
Abandonando la metáfora, entremos en materia. Al volverse a casar se pueden dar circunstancias diversas: los que no aportan hijos a la nueva relación (parejas veinte añeras), los que tienen hijos de la relación anterior (treinta añeros), los que ya tienen hijos adultos, algunos adoptan, etc. Es por esto, que no es conveniente hacer generalizaciones sobre las segundas nupcias.
Sin embargo, Giddens establece ciertas generalizaciones como que: es más probable que se casen hombres divorciados que mujeres, es más probable que se casen los divorciados que los casados y que los segundos matrimonios duran menos, pero que las segundas nupcias que duran son más satisfactorias que las primeras. Por el contrario, las segundas nupcias conllevas ciertos problemas con la relación anterior: existe un padre biológico que vive en otra parte, pero ejerce una fuerte influencia; y la relación de cooperación entra en competencia cuando uno de los dos vuelve a casarse.