Dentro de la exclusión social podemos distinguir varias dimensiones. En lo referente a la dimensión cultural, distinguimos varios tipos de exclusión social: la involuntaria, o padecida, es decir es un grupo o la sociedad misma la que excluye a una persona o colectivo y la voluntaria, es decir, una persona o colectivo se excluye porque quiere o no esta conforme con algún aspecto de su vida o de la sociedad en la que vive. En este último grupo podemos englobar a J.T, un indigente que vive en las calles de Barcelona y que se ha prestado a contar su testimonio:
¿Cuánto hace que vive en la calle?
Hace unos dos años más o menos, no llevo la cuenta de los meses y los días.
¿Cómo era su anterior vida?
Bueno, yo tenía una vida normal, esto depende a lo que tu llames normal, claro. Ese es el problema, lo que una persona ve normal o no es muy relativo. Yo te lo voy a contar y tu pensaras que mi vida era más normal que ahora, pero ya te digo, ese será tu punto de vista que ni se le parece al mio. Mi vida era rutinaria, siempre lo ha sido desde que nací, estudié, soy licenciado en química, y cuando empecé la carrera también empecé a trabajar. Vivía solo, en un piso de alquiler que me pagaba con mi sueldo. Si sigues preguntando por la calle verás que hay mucha gente que hace lo que yo hacía: trabajar sin parar para tener un sueldo mínimo como para pagarme un alquiler y un plato de comida. Lo que se supone que es “ley de vida”, y lo que yo me he negado a seguir desde pequeño. Siempre fui el típico niño rebelde, inconforme con el sistema y de repente me vi formando parte de él.
¿Qué momento de su vida le hizo tomar esta decisión?
Trabajaba de profesor. Cuando conseguí este trabajo vi la oportunidad de mi vida, podría enseñar a los demás mi filosofía de vida. Pero en cuanto me puse a dar las clases me volví a ver otra vez sometido a unas leyes que no eran las mías. Entonces fue cuando la enseñanza me resultó absurda tal y como se plantea en la sociedad actual. Para mí la educación de hoy en día sólo crea dogmas y por lo tanto se opone a la búsqueda de la verdad. Este fue el punto clave, además dejé de creer en una vida cómoda y segura, ya que la mantenía desde hacía años y nunca me había llevado a ninguna satisfacción. Fue entonces cuando pensé en sí merecía la pena seguir con esta vida, enseñando cosas en las que no creía o me plantee cual era la manera de romper con la rutina, con el sistema de vida normal para la mayoría de vosotros. Y fue está opción la que consideré más rompedora, más antisistema y para muchos, y soy consciente, también la menos comprensible.
¿Cómo es su día a día en la calle?
Pues es una caja de sorpresas. Un día duermes en una portería, otro día en un parque o en un cajero, o otros días, con más suerte, en un albergue. Llevo cuatro bolsas, en una tengo la ropa de verano, en otra la de invierno, en la tercera recojo cosas de las basuras, es curioso ver la de objetos que la gente tira y pueden ser útiles, y en la cuarta, pues, todo lo demás. Voy a comer a los comedores sociales cuando hay plazas, los educadores de calle nos van diciendo sitios para ir y nos ayudan mucho, pero ya te digo, si no hay plazas pues no las hay, eso no depende de estas personas. Y cuando no como ni duermo pues me paso las horas dando vueltas por las calles, me paro en los parques y observo a las personas, no se. No voy a decir que la vida en la calle sea divertida, todo lo contrario, es muy difícil, aunque me cueste admitirlo aquí también hay leyes y se defienden a muerte, la gente hace lo que sea para sobrevivir, si llevas una chaqueta un duro más cara que la de otro no dudan en quitártela y en meterte una paliza si te resistes. El problema del alcohol también está presente, para muchos la única forma de mantenerse caliente es bebiendo, hay gente que vive borracho desde la mañana a la noche se les cruza los cables y pueden hacer cualquier cosa, hay que ir con cuidado, sino te metes en líos no tienes problemas, pero es que en esta situación, es muy difícil no verse implicado en algún lió sin quererlo. Otro problema son los policías... que a la mínima que te ven sentado en un banco o donde sea vienen a echarte... si en vez de ser un pobre hombre con un abrigo marrón fuera un chiquillo que acaba de salir del cole otro gallo cantaría. Tampoco nos dejan dormir en los cajeros... si no molestamos a nadie, sólo dormimos y ya está. El caso es que evidentemente estorbamos, somos la excepción del sistema, por eso molestamos, porque no somos normales, y aunque esta vida no sea la mejor, este hecho hace que en parte me sienta orgulloso de haber elegido esta vida y de defenderla a muerte.
¿Qué opinan sus familiares de la decisión de vivir en la calle?
Mi familia nunca ha sido un problema, porque nunca la he tenido. Mi madre murió cuando yo era niño y aun vivía en Jaén, luego me trasladé con mi padre aquí. Mi padre se casó con otra y vivíamos los tres juntos bastante bien. Mi padre y ella mantenían la casa y yo me puso a trabajar también para pagarme los estudios. Cuando me metí a hacer la carrera de química, me restaba mucho tiempo para trabajar y mi padre y su mujer no estaban de acuerdo. Fue entonces cuando me independicé y decidí salir para delante yo solo, esto no gustó nada a mi padre y perdimos todo el contacto. Lo último que se de ellos fue que se trasladaron a vivir a un piso del Prat, antes de que yo me fuera a la calle. Luego he tenido diferentes novias y eso, pues como todos los chavales ya ves, pero nada, nunca me ha convencido ninguna, o yo no les he convencido a ellas que es más probable. Ni mujer, ni hijos... soy una persona libre y no dependo de nadie, por eso mi decisión no fue difícil... si yo lo tenía claro no había nada más que pensar.
¿Y sus compañeros?
Bueno mis compañeros... hay de todo, unos me dicen que estoy loco, que si ellos pudieran anda que estarían viviendo en la calle, otros me comprenden, no se, ya te digo que hay opiniones para todos los gustos. Nunca he tenido problemas con nadie por eso, yo respeto a los demás y ellos me respetan a mi, no me meto en líos. Alguna vez he tenido alguna pelea, pero eso aquí es normal, nada que no pueda solucionar un vasito de vino.
Alguien debería recordar a algunos periodistas, que aunque sean indigentes también son personas y no animales, como parece decir este artículo de El Periódico del 24/4/2008 con frases como: “los indigentes TOMAN los jardines...” o “los vagabundos se han ido AMONTONANDO por su claustro y bancos”. Viven en la calle pero no son delincuentes.